martes, 12 de noviembre de 2019

El Equipo Romantico


ROMÁNTICO: adjetivo. también sustantivo.

1.- Del romanticismo o relativo a este movimiento cultural: "en la obra de este escritor pueden observarse influencias románticas." 2.- [Persona] que defiende o sigue este movimiento cultural: "compositor romántico." 3.- Apropiado para el amor o que lo produce: "lugar romántico". 4.- Sentimental, generoso y soñador: "ese chico es un romántico".

Manuel Mendoza. Kike para su familia y amigos del colegio, Manuelito para sus amigos del trabajo. Mi compadre –es padrino de mi hijo mayor- es una de aquellas personas que siempre tienen la palabra precisa. A él se le atribuye el haber definido a nuestro viejo equipo de fulbito como "el Equipo Romántico", utilizando esta palabra en su cuarta acepción como vemos en el diccionario de la RAE.

Una tarde, allá por el año 86, estaba con mis papás en el viejo Toyota 73, cuando vi a un grupo de muchachos de mi cole en uno de los vértices del Parque Castilla. Kike, Lion, Micky, Toño y Rubén. Probablemente alguien más, pero yo a ellos los recuerdo.

—¡Para papá, acá me bajo! —le dije a mi viejo— son mis patas del cole.

Era invierno. Hacía mucho frío y la garua era intensa. No tenía la ropa adecuada, estaba en jeans y zapatillas, pero aun así la pasé de maravilla. Cambiamos de cancha a la quinta donde vivía; pero, ante enérgico pedido de mis vecinos, hartos de soportar pelotazos en las rejas de sus garajes, regresamos al parque, esta vez por el lado de la calle Sinchi Roca.

Así fue como comenzaron las pichangas de los viernes con mis amigos de toda la vida. Estábamos en sexto grado de primaria. Al principio éramos solo algunos del B los que nos juntábamos para pelotear. Todos vivíamos cerca. Luego, fueron apareciendo más y más jugadores, ya de ambas secciones y de otros distritos.

Los partidos se mantuvieron en actividad casi ininterrumpida por más de dos décadas, y fue así que en algo momento nació el Equipo Romántico: Kike, Lion, Micky, Toño y yo. Creo que si Rubens no lo conformó fue por que no era constante en las convocatorias. No siempre podíamos alinear todos juntos. Sea porque no estábamos completos, o porque los capitanes que armaban los equipos no nos hacían coincidir. Y fue entonces quedando en el olvido.

Hasta que hace unos diez años, ya en las postrimerías de las pichangas y estando todos en nuestros treintas, a Kike se le ocurrió alinear nuevamente a los cinco románticos, ya que después de muchísimo tiempo (debido a lo ajustada que comenzaba a estar la agenda de Micky), estábamos todos presentes.

Estábamos motivados para jugar. Teníamos hambre de gol y sed de victoria. Estábamos dispuestos a dejar todo en la cancha y sudar la camiseta. Jugamos con sentimiento, con pasión, recordando aquella tarde del año 86 donde, bajo la tupida garua de una tarde de invierno, jugamos por primera vez. Y obvio, perdimos. Nos llenaron la canasta.

Al año siguiente, volvimos a armar el Equipo Romántico. En esta ocasión no contábamos con la férrea defensa de Miguelito (ya su agenda se había apretado demasiado) así que convocamos a mi otro compadre: Alex "Greco" Horna, padrino de mi hija.

Ojo: Greco no era un romántico. Y que quede claro que nadie más lo era. Nunca habrá un romántico más. Hubo sí muchos invitados a completar a los románticos.

Teníamos esperanza en el refuerzo helénico, pero igual nos canastearon nuevamente. Uno de mis compadres –el de mi hijo- sobre mi otro compadre –el de mi hija- sentenció, siempre con la frase precisa: "Debut y despedida de Greco".

Luego de una corta deliberación entre los románticos presentes (Micky no estaba debido a lo apretado de su agenda) concluimos que "El Equipo Romántico ha muerto. ¡Viva el Equipo Romántico!".

Hoy por hoy, Micky (cuya agenda está ahora menos apretada) es el único de los Románticos que sigue jugando los martes regularmente en el Club Suizo con Alex y otros amigos de nuestra y otras promociones del colegio. No sé si se alinearon los astros, pero acordamos –hace unos meses- volver a alinear al equipo romántico, ya cuarentones. Costó poder convencer a Kike y a Lion de regresar a las canchas.

El martes acordado, Kike no llegó, pero sí el resto del equipo. La verdad es que ya no había hambre de gol ni sed de victoria, sino de chifa y gaseosa. Y a pesar de la previsible canasteada, esta vez el saldo fue aún más negativo: Lion cayó pesadamente sobre su mano y se fracturó la muñeca. 
Terminó enyesado desde el hombro hasta la mano del brazo izquierdo. Y lo peor: ¡es zurdo!

Aunque no estuvo presente mi compadre, le escuché decir nuevamente: “El Equipo Romántico ha muerto. ¡Viva el Equipo Romántico!”


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