jueves, 6 de febrero de 2020

Microrrelatos


He comenzado un excelente taller con Daniel Collazos. Hicimos dos ejercicios. En el primero, nos pidió un micro-cuento de 50 palabras sobre un pecado capital. Yo escogí:

LA IRA

Amanece. Va al baño: no hay pasta dental. Se lava la cara: no hay toalla. Se sienta en la taza: no hay papel. Hay un periódico de ayer. Lo utiliza.
Baja a desayunar: no hay fósforos. «Desayuno en el camino» piensa. Entra al carro: no prende. ¿Para qué mierda me desperté?


En el segundo, nos pidió un micro-cuento de 100 palabras basado en la siguiente imagen:




—Hola, —saludó— soy Javier. Le ofreció su mano derecha.
—Hola, —extendió la suya— soy Alejandra.

Era obvio que ese no era su nombre. Él tampoco era Javier.

—¿Vienes seguido acá?  —preguntó.
—Es la primera vez —contestó, sacando un cigarrillo de la cartera.

Él se ofreció a encenderlo. Ella le dio una pitada. Expulsó el humo hacia un lado, levantando ligeramente el mentón, expulsando el aire aún más alto. El gesto le pareció sensual. Raro en alguien que viniera por primera vez, pensó él.
Conversaron por casi una hora. Mientras acordaban el precio, ella notó en él la placa de policía en su cintura. Él no notó el puñal en su cartera.

—Vamos, Alejandra —propuso, empujándola levemente de la cintura.



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